viernes, 17 de junio de 2011

SON NUESTROS SUEÑOS AHORA ...


UN SOLEADO SUEÑO DE VIDA Y LIBERTAD

- Si me salvo de esto, te voy a ver para contarte.
Hoy nos acostamos temprano, apenas son las nueve y cuarto de la noche. Doy vueltas inquieto en la cama. Lo sucedido en estos días va y viene en mi cabeza.  Cheli, a mi lado, parece dormir placidamente. Su sueño y su pancita que cobija a nuestro amor hecho vida, asoman entre las sábanas.
¿Que habrá pasado con Dardo?
Los viejos estaban asustados cuando fuimos a buscar la llave del departamento de la abuela, no nos quedaba otro lugar que este porque ya no teníamos donde ir. ¿Estarán seguros y bien?. Me desespero porque no puedo saber que pasa. Sin embargo no me puedo distraer. Esta es la realidad ahora y lo más racional es asegurar ordenadamente lo que viene y eludir lo peor.
Cuando pienso que mi hermano se salvó, inventando la historia del romance, y lloró como un artista de cine para cubrirnos, no puedo menos que sonreírme. Me lo imagino y me los imagino a los “inteligentes” absolutamente desubicados; aunque como contó él en su carta, desconfiaron y dudaron hasta último momento.
Lo que pasó en casa de Néstor y María, nos quitó un lugar para sobrellevar el momento, pero  éramos concientes que los espacios se reducían. Quién sabe que será de ellos. No tuve cumpleaños como los anteriores, y el asadito que hicimos en el departamento el día que fuimos a vivir juntos con la petisa, parece tan lejano. Fue un día maravilloso. Rodrigo, ese sobrino-ahijado divino que amo, y con el que se va a criar nuestro hijo cuando nazca.  Hasta sueño cuando vayamos alguna vez todos a la playa. Cuando pasemos un veraneo lleno de felicidad.  De cualquier manera como están y como vienen las cosas, es imposible por ahora. Es bueno pensar que superaremos esta situación.
Los viejos me habían comprado una remera para el cumpleaños, a pesar que no     sabían cuando nos íbamos a ver. Chela se vistió con algunas pilchas de la vieja porque todo quedó en la otra casa. ¡Que viejos que tenemos!.   
Un “gallego” laburador, que soñó toda su vida que alguna vez la fortuna le daría la posibilidad de volver a su tierra galaica. No llegó a conocerla más que por relatos de la abuela Herminia. Había salido de allí con ella cuando tenía cuatro años. A la misma tierra a la que siente suya, como hasta hoy con esta patria que lo adoptó, como otros inmigrantes. A la que nosotros soñamos cambiar, hacerla mejor. Donde haya lugar para todos, en especial para los que siempre fueron puestos al margen. El “gallego” Tomás, con una inmensa vida de sacrificio por nosotros. Pasado hasta los huesos de explotación infame. Desde su enorme dignidad, nunca fue quejoso y mucho menos se rindió.                                                                                                
¿Josefa, doña Pepa?. Incansable y muchas veces dura. Pero como contracara capaz de quitarse la comida de la boca para dársela a otro. De esa generación que dedicó su vida, a cuidar a su marido y sus hijos dejando de lado su propia vida. Eso si cuando arrancaba no escuchaba a nadie. Lo que decía Josefa era palabra santa. Iba al frente como un tren, y era más seguro no cruzarse. El viejo, cuando ella se portaba así, la embromaba diciéndole  que las “tanas” de Catanzaro eran así. Ella a pesar que siempre le hacía lo mismo, empezaba con sus explicaciones. Que el de Catanzaro era el abuelo Pedro, pero a esa altura enojadísima. Era muy gracioso y tierno verlos.        
Es raro recordar justo hoy esto, es como si estuviera despidiéndome de algo. Si salimos de esta situación me tendré que ir de esta ciudad. Seguramente tardaremos mucho tiempo en vernos. No hay caso, no me puedo dormir. Me vienen tantos recuerdos juntos.
La Tecnológica. La Ingeniería Eléctrica fue siempre mi pasión.  Era insostenible seguir alli. El estudio era mi elección como mis ideas, pensando en el futuro. Los matones y el rector, ponían en riesgo la vida de los que pensábamos distinto. Fue entonces una necesidad  dejarla momentáneamente a un costado. Extraño a los compañeros, aunque con algunos seguimos juntos a pesar de la distancia y de esta situación límite.
¿Que será del “Pájaro”?. El día de la mudanza cuando se tuvo que ir. Sabino tan chiquito y Rita que estaba tan asustada. La preocupación lo agobiaba, no era para menos los que se habían ganado en la universidad no jugaban, eran violentos, amorales, impunes,  e inescrupulosos.
-          Amor, te desperté con la luz prendida?
-          No.  Tengo sed. Me das un vaso de agua?
-          Voy a buscártelo.
Que afortunado soy de tener a Chela. Sólo nos falta salir de esta situación y seguro vamos a ser muy felices. Tanta fuerza en ese cuerpito, y además con el hijo me demostró lo enorme que era su compromiso con la vida. La ilimitada esperanza que hay en ella a pesar de todo. Cada día que pasa nos sentimos más juntos. Vamos a hacer lo que sea para que nadie nos venza. Porque los sueños no se negocian.
-          Acá está tu vaso de agua.
-          Que hora es Dani?
-          Las diez.
-          Tuve un sueño feo, por eso me desperté con sed.
-          Que soñaste?
-          Algo muy raro y confuso. Un túnel oscuro, lejos se veía un puntito de luz como de salida. Hubo explosiones, chispazos, algo como truenos, no sé muy raro.  A pesar que quería correr no podía avanzar y acercarme a esa lucecita lejana. De pronto todo se oscureció, no hubo más ruidos y allí fue cuando me desperté.  
-          Bueno, seguí durmiendo que mañana tenemos que hacer.
-          Dame un beso.
-          Te amo.
Daniel se recostó. Apagó la luz y cerró los ojos.
De pronto todo estalló alrededor. Hubo gritos, golpes y una explosión. El humo y el aturdimiento los rodeaba. Dani saltó de la cama mientras Chela hacía lo mismo. El tableteo de armas automáticas que venía de afuera, se transformó en impactos que atravesaban las paredes del frente del departamento. Todo era inútil frente al despliegue que se percibía. Chela hizo lo mismo y se arrojó al piso junto a la cama. Daniel salió al pasillo hacia el baño, cruzado de proyectiles desde el edificio de enfrente. No alcanzó a llegar más que al baño, donde varios de esos proyectiles lo alcanzaron y cayó hacia adentro bañado en sangre. Alguien ingresó y disparó su ametralladora contra Chela.
Luego fueron voces de mando, gritos, destrucción de lo poco que quedaba sano. Arrojar objetos y muebles destruidos por las ventanas. La rapiña de apropiarse de cuanto pudiera tener algún valor.
Daniel aún agonizaba. Un teniente coronel, le disparó un balazo en la cabeza rematándolo. Luego guardó el arma en su cintura.
El sueño se había cumplido. La dificultosa carrera buscando la salida al final del túnel. Los chispazos, truenos y luego el silencio y la oscuridad, se habían hecho  horrorosamente realidad. Los tres ya no soñaban con su vida y la de los demás. La cobardía del poder absoluto y criminal, sumaba para el terror una nueva cuota de sangre joven. Esa que juntaba pedacitos de sueños y utopías, en la convicción de construir un país y un mundo mejor.

                                                                      EDUARDO ALBERTO HIDALGO         
(Este relato esta basado en el asesinato de Daniel Guillermo Hidalgo y Olga Souto Castillo en el departamento de la abuela de Daniel. Allí  se habían refugiado, perseguidos por las patotas de la represión genocida de la dictadura cívico militar argentina. Su crímenes se produjeron en jurisdicción de la Subzona 51, correspondiente al Comando Quinto Cuerpo de Ejército en Bahía Blanca, el 14 de Noviembre de 1976. No tuvieron, como tantos otros, alternativa ni posibilidad de salvarse. La noticia periodística del diario La Nueva Provincia, apoyo cómplice del terrorismo de estado,  publicó la mentira de un enfrentamiento. Un escalón más en la planificación de la acción sicológica sobre la población.).





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