UN SOLEADO SUEÑO DE VIDA Y LIBERTAD
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Si me salvo de esto, te voy a ver para contarte.
Hoy nos acostamos temprano, apenas son las nueve y cuarto de la noche.
Doy vueltas inquieto en la cama. Lo sucedido en estos días va y viene en mi
cabeza. Cheli, a mi lado, parece dormir
placidamente. Su sueño y su pancita que cobija a nuestro amor hecho vida,
asoman entre las sábanas.
¿Que habrá pasado con Dardo?
Los viejos estaban asustados cuando fuimos a buscar la llave del
departamento de la abuela, no nos quedaba otro lugar que este porque ya no
teníamos donde ir. ¿Estarán seguros y bien?. Me desespero porque no puedo saber
que pasa. Sin embargo no me puedo distraer. Esta es la realidad ahora y lo más
racional es asegurar ordenadamente lo que viene y eludir lo peor.
Cuando pienso que mi hermano se salvó, inventando la historia del
romance, y lloró como un artista de cine para cubrirnos, no puedo menos que
sonreírme. Me lo imagino y me los imagino a los “inteligentes” absolutamente
desubicados; aunque como contó él en su carta, desconfiaron y dudaron hasta
último momento.
Lo que pasó en casa de Néstor y María, nos quitó un lugar para
sobrellevar el momento, pero éramos
concientes que los espacios se reducían. Quién sabe que será de ellos. No tuve
cumpleaños como los anteriores, y el asadito que hicimos en el departamento el
día que fuimos a vivir juntos con la petisa, parece tan lejano. Fue un día
maravilloso. Rodrigo, ese sobrino-ahijado divino que amo, y con el que se va a
criar nuestro hijo cuando nazca. Hasta
sueño cuando vayamos alguna vez todos a la playa. Cuando pasemos un veraneo
lleno de felicidad. De cualquier manera
como están y como vienen las cosas, es imposible por ahora. Es bueno pensar que
superaremos esta situación.
Los viejos me habían comprado una remera para el cumpleaños, a pesar que
no sabían cuando nos íbamos a ver.
Chela se vistió con algunas pilchas de la vieja porque todo quedó en la otra
casa. ¡Que viejos que tenemos!.
Un “gallego” laburador, que soñó toda su vida que alguna vez la fortuna
le daría la posibilidad de volver a su tierra galaica. No llegó a conocerla más
que por relatos de la abuela Herminia. Había salido de allí con ella cuando
tenía cuatro años. A la misma tierra a la que siente suya, como hasta hoy con
esta patria que lo adoptó, como otros inmigrantes. A la que nosotros soñamos
cambiar, hacerla mejor. Donde haya lugar para todos, en especial para los que
siempre fueron puestos al margen. El “gallego” Tomás, con una inmensa vida de
sacrificio por nosotros. Pasado hasta los huesos de explotación infame. Desde
su enorme dignidad, nunca fue quejoso y mucho menos se rindió.
¿Josefa, doña Pepa?. Incansable y muchas veces dura. Pero como contracara
capaz de quitarse la comida de la boca para dársela a otro. De esa generación
que dedicó su vida, a cuidar a su marido y sus hijos dejando de lado su propia
vida. Eso si cuando arrancaba no escuchaba a nadie. Lo que decía Josefa era
palabra santa. Iba al frente como un tren, y era más seguro no cruzarse. El
viejo, cuando ella se portaba así, la embromaba diciéndole que las “tanas” de Catanzaro eran así. Ella a
pesar que siempre le hacía lo mismo, empezaba con sus explicaciones. Que el de
Catanzaro era el abuelo Pedro, pero a esa altura enojadísima. Era muy gracioso
y tierno verlos.
Es raro recordar justo hoy esto, es como si estuviera despidiéndome de
algo. Si salimos de esta situación me tendré que ir de esta ciudad. Seguramente
tardaremos mucho tiempo en vernos. No hay caso, no me puedo dormir. Me vienen
tantos recuerdos juntos.
La Tecnológica. La Ingeniería Eléctrica fue siempre mi pasión. Era insostenible seguir alli. El estudio era
mi elección como mis ideas, pensando en el futuro. Los matones y el rector,
ponían en riesgo la vida de los que pensábamos distinto. Fue entonces una
necesidad dejarla momentáneamente a un
costado. Extraño a los compañeros, aunque con algunos seguimos juntos a pesar
de la distancia y de esta situación límite.
¿Que será del “Pájaro”?. El día de la mudanza cuando se tuvo que ir.
Sabino tan chiquito y Rita que estaba tan asustada. La preocupación lo
agobiaba, no era para menos los que se habían ganado en la universidad no
jugaban, eran violentos, amorales, impunes,
e inescrupulosos.
-
Amor, te desperté con la luz prendida?
-
No. Tengo
sed. Me das un vaso de agua?
-
Voy a buscártelo.
Que afortunado soy de tener a Chela. Sólo nos falta salir de esta
situación y seguro vamos a ser muy felices. Tanta fuerza en ese cuerpito, y
además con el hijo me demostró lo enorme que era su compromiso con la vida. La
ilimitada esperanza que hay en ella a pesar de todo. Cada día que pasa nos
sentimos más juntos. Vamos a hacer lo que sea para que nadie nos venza. Porque
los sueños no se negocian.
-
Acá está tu vaso de agua.
-
Que hora es Dani?
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Las diez.
-
Tuve un sueño feo, por eso me desperté con sed.
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Que soñaste?
-
Algo muy raro y confuso. Un túnel oscuro, lejos se
veía un puntito de luz como de salida. Hubo explosiones, chispazos, algo como
truenos, no sé muy raro. A pesar que
quería correr no podía avanzar y acercarme a esa lucecita lejana. De pronto
todo se oscureció, no hubo más ruidos y allí fue cuando me desperté.
-
Bueno, seguí durmiendo que mañana tenemos que
hacer.
-
Dame un beso.
-
Te amo.
Daniel se recostó. Apagó la luz y cerró los ojos.
De
pronto todo estalló alrededor. Hubo gritos, golpes y una explosión. El humo y
el aturdimiento los rodeaba. Dani saltó de la cama mientras Chela hacía lo
mismo. El tableteo de armas automáticas que venía de afuera, se transformó en
impactos que atravesaban las paredes del frente del departamento. Todo era inútil
frente al despliegue que se percibía. Chela hizo lo mismo y se arrojó al piso
junto a la cama. Daniel salió al pasillo hacia el baño, cruzado de proyectiles
desde el edificio de enfrente. No alcanzó a llegar más que al baño, donde
varios de esos proyectiles lo alcanzaron y cayó hacia adentro bañado en sangre.
Alguien ingresó y disparó su ametralladora contra Chela.
Luego
fueron voces de mando, gritos, destrucción de lo poco que quedaba sano. Arrojar
objetos y muebles destruidos por las ventanas. La rapiña de apropiarse de
cuanto pudiera tener algún valor.
Daniel
aún agonizaba. Un teniente coronel, le disparó un balazo en la cabeza rematándolo.
Luego guardó el arma en su cintura.
El
sueño se había cumplido. La dificultosa carrera buscando la salida al final del
túnel. Los chispazos, truenos y luego el silencio y la oscuridad, se habían
hecho horrorosamente realidad. Los tres
ya no soñaban con su vida y la de los demás. La cobardía del poder absoluto y
criminal, sumaba para el terror una nueva cuota de sangre joven. Esa que
juntaba pedacitos de sueños y utopías, en la convicción de construir un país y
un mundo mejor.
EDUARDO
ALBERTO HIDALGO
(Este
relato esta basado en el asesinato de Daniel Guillermo Hidalgo y Olga Souto
Castillo en el departamento de la abuela de Daniel. Allí se habían refugiado, perseguidos por las
patotas de la represión genocida de la dictadura cívico militar argentina. Su
crímenes se produjeron en jurisdicción de la Subzona 51, correspondiente al
Comando Quinto Cuerpo de Ejército en Bahía Blanca, el 14 de Noviembre de 1976.
No tuvieron, como tantos otros, alternativa ni posibilidad de salvarse. La
noticia periodística del diario La Nueva Provincia, apoyo cómplice del
terrorismo de estado, publicó la mentira
de un enfrentamiento.
Un escalón más en la planificación de la acción sicológica sobre
la población.).
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