lunes, 1 de noviembre de 2010

PARA QUE LA PENA SE TRANSFORME EN MILITANCIA PARA SOSTENER EL PROYECTO Y A NUESTRA PRESIDENTA ... -

Para seguir...    -

Por Claudia Gantus.   -

El miércoles, 27 de octubre de 2010 a las 15:06 escuché a los viejos, algunos pasadas las ocho décadas, decir que no habían ni soñado con vivir para ver este cambio.
Escuché a las madres decir su alegría ante cada condena, legítima, pública, justa.
Escuché a las abuelas y los hijos alegrarse por cada nuevo nieto-hermano recuperado.
Escuché a los presidentes latinoamericanos elogiar su estrategia y sentirse hermanados en la fuerza que da la unidad.
Escuché a las familias, los chicos, los jóvenes, recuperando la alegría de llenar una plaza llena de banderas argentinas.
Escuché a los artistas, poniendo en su voz la de tantos, para hacer escuchar tanta voz silenciada.
Escuché en una plaza llena un discurso en toba, en quechua, en guaraní. Los escuché cantando, después de su larga caminata, sabiendo que esta vez eran escuchados.
Y vi, vi cómo se recuperaba la dignidad de tantos trabajadores, que encontraron lugar, que encontraron respaldo.
Vi cómo se  rescataba de las sombras el Congreso, recuperando la pasión de los debates, recobrando la fuerza del discurso que sabe sobre qué proyecto está parado.
Vi también cómo se caían las caretas. Y pude ver los rostros, ajenos, cipayos, regodeándose en su propia miseria… y quedando expuestos ante la razón de la evidencia de un país que volvía a ponerse en marcha.
Vi también a los que siempre estuvieron afuera, excluidos, sentirse respetados y reconocidos.
Vi a ella y ella casarse; a él y él darse un beso con una libreta en la mano.
Vi a los abuelos disfrutando paseos, mostrando todo lo que saben hacer, festejando también después de una vida de trabajo, con una jubilación que ya no administran los mercaderes de la especulación.
Y vi a los fanáticos frente al televisor, viendo clásico del domingo y disfrutando los goles o padeciendo la tabla…
Y entendí. Entendí el largo plazo de las leyes. Y la generosidad de quien piensa un país que lo trasciende, porque hay asignación universal por hijo, para que todos puedan ir a la escuela, aprender, seguir haciendo.
Porque hay Ley de Medios, para que todas las voces se escuchen, para que todos podamos escuchar y decir.
Porque hay Aerolíneas y hay recuperación de YPF. Porque hay nuevos Ministerios: Industria, Agricultura, Turismo.
Porque hay UNASUR.
Porque ya no hay ESMA y en su lugar florece la cultura.
Y más. Hay  mucho más.
Mucho más que algunos no pueden ver. Hay una insistente posición miope,  narcisista, egocéntrica, que desprecia a todas luces todo lo que huela a pueblo. Porque el egoísmo se asienta en la inmediatez de los beneficios personales, de aquello que únicamente cabe en el bolsillo propio. Posición mezquina, pequeñita, avara, miserable. Que quiere ocultar la inmensidad tras una tapa de diario. Que maniobra enredada en sus propios laberintos. Y se expone ante la irreverente realidad de los actos.
Y siento.
Siento el dolor que me quita muchas palabras. Pero siento también la pasión reconquistada.
Y siento cómo se van derramando en catarata las imágenes de una política recuperada.
Un presidente que juega con su bastón de mando, con un golpe en la frente y baila en un acto.
Un cuadro despreciable que es bajado. Un secretario de UNASUR muerto de calor con traje negro, pero haciendo actos palabras de paz.
Un hombre con mirada de admiración hacia una mujer admirable y amada. Un hombre mirado con amor, tomado de la mano por una mujer que ama.
Siento estos sentimientos como una sinfonía, diría Fabio. Discordante sinfonía es la que suena cuando se quiere una patria justa, libre y soberana.
Porque cada tanto, el silencio irrumpe queriendo adueñarse de la escena.
Sin embargo, con la fuerza de un allegro, vuelven los coros del pueblo a la plaza. Y allá vamos.
Con la convicción del abrazo que nos une.
Con la fuerza que brota del dolor compartido.
Con la potencia de los ideales multiplicados.
Con la energía de un proyecto que sigue dependiendo de nosotros.
Con la experiencia de esa trayectoria que nos quedó como legado.
Con la paciencia de quien espera que de frutos lo sembrado.
Con la esperanza puesta en la lucha.
Con la confianza puesta en los actos. Para seguir estando. Para seguir haciendo. Para seguir.

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